domingo, 1 de octubre de 2017

Garibaldi y Bismarck

Garibaldi 
1. El líder italiano fue muy claro: quería que lo cremaran.
Por escrito, ordenó que lo hicieran en un lugar cerca de su casa, con vista al mar. Incluso había especificado el tipo de madera local que quería que se utilizara.
Había dicho que su ataúd debía estar abierto, para que su rostro fuera bañado por los rayos del sol mientras su cuerpo ardía.
Deseaba que ciudadanos italianos tomaran sus cenizas y la mezclaran con la tierra de la patria, y que de su seno nacieran plantas en jardines que simbolizaran una Italia nueva y mejor. Pero nada de esto se cumplió.
Parece que alguien decidió que el cuerpo del héroe nacional no podía ser simplemente cremado. En cambio, fue enterrado en una tumba en los terrenos de su casa.
Grabado de Garibaldi en su lecho de muerte

2. Por sus luchas en Italia y Sudamérica, desde siempre se lo ha llamado el héroe de dos mundos, de Europa y de América. Aunque también existe un lado negro: se dice que en América fue esclavista, pirata y ladrón de caballos y en el sur de Italia destruyó el reino más próspero de la península, las Dos Sicilias; dejando al Mezzogiorno en la pobreza. Es por eso que sus opositores lo llaman mercenario de dos mundos.

Bismarck                                                                                          1. Durante sus últimos años de vida se le apodó el "Canciller de Hierro" por su mano dura al tratar temas encaminados con su país y determinación, que incluía la creación de un sistema de alianzas internacionales que aseguraran la supremacía de Alemania, conocido como el Reich.
2.Cuando apenas le quedaban unos meses en la cancillería del Imperio alemán, Bismarck recibió en su palacio de Friedrichsruh a Theodor Wangemann, enviado a Europa por el inventor Thomas Alva Edison. Wangemann quería promocionar el fonógrafo en Alemania grabando las voces de sus prohombres más célebres: Bismarck, el mariscal Helmuth von Moltke y el flamante káiser Guillermo II. Las de Bismarck y Moltke quedaron registradas en varios cilindros de cera que se creyeron perdidos, recitando la primera estrofa de , el himno del país al que había declarado la guerra en 1870.

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